Letras y notas de un bardo viajero

Saturday, February 11, 2006

Aquellos que encuentran su sitio bajo una bandera

Una pequeña filosofada a raíz de un texto que leí de alguien a quien admiro especialmente.

Érase una vez un tipo llamado Jimmy (“que nunca tenía hambre”) que vivía en el espacio vacío y desde hacía una eternidad flotaba en la más tenebrosa oscuridad sin haberse encontrado jamás cosa alguna. Y entonces un día Jimmy, por aquello de matar el aburrimiento, fue y se pregunto… ¿dónde estoy?.

La pregunta no tenía sentido, Jimmy no está en ninguna parte, para estar en algún sitio hace falta otra cosa. Si colocamos un asteroide bajo el culo de Jimmy, podemos decir “¡¡Jimmy está encima del asteroide!!”. Sin el asteroide, Jimmy no está en ningún sitio.

La razón de esta sencilla metáfora es que el hombre, a nivel psicológico, funciona de la misma manera. Las personas encuentran su identidad entre otros. Nuestro lugar en el mundo es un lugar entre los demás. Sin el otro, no hay yo.

Ahora bien, lo curioso aquí, es que hay personas, todas en cierta medida, pero algunos en mucha, para quienes la realización personal del yo entre los otros trasciende de su ámbito personal más cercano para trasladarse a un plano colectivo. Y en ese plano colectivo encuentran su identidad.

El hincha de fútbol saltará de alegría sobre el sofá cuando marque su equipo como si hubiera conseguido algo, aunque en realidad… no esté haciendo más que chillarle al televisor. No ha conseguido nada, claro, pero hay un mecanismo de identidad que está operando y le hace disfrutar como éxito propio lo ajeno, como mecanismo de identidad algo totalmente fuera de él mientras dice tonterías (desde un punto de vista lógico) como “somos campeones, campeones” “vaya paliza que les hemos dado” etc..etc...

Con el nacionalismo pasa lo mismo. Opera como un mecanismo de búsqueda de identidad personal. El nacionalista en realidad no es consciente de que bajo sus banderas, lemas y firmeza de convicciones lo que está satisfaciendo es una necesidad íntima, personal, psicológica.
Es obvio que a efectos reales los valores, hábitos, creencias y esquemas mentales de muchas personas que viven en Barcelona se parecen mucho más a los de un madrileño que a los de cualquier campesino de Lérida. Sin embargo un nacionalista siempre pensará contra toda evidencia en Lérida como Nosotros y en Madrid como Ellos. La lógica y la razón tienen poco que decir en todo esto.

Es como quien se rasca pensando que le pica mientras en realidad le pica porque se rasca y lo que está haciendo es repetir un tic para controlar la ansiedad. A los nacionalistas les pasa un poco eso, satisfacen una necesidad psicológica personal de intentar ser "alguien" mientras que creen que portan el estandarte de la verdad (como los seguidores de fútbol, miembros de grupos religiosos, la gente de las peñas o los miembros de los Latin Kings), otras formas de ser "alguien entre los demás"

Por eso si alguien trata de hacer algún comentario de esta naturaleza a un nacionalista la primera sorpresa que se lleva es la desproporción de la respuesta. Lo que más ofende a un nacionalista es que alguien ponga en duda la seriedad de sus ideas. La razón es simple; como mecanismo que refuerza su identidad como persona, forma parte de él, negarlo es negar a esa persona misma, lo que supone una terrible ofensa.

Es un poco lo que pasa con los artistas, un pintor no sólo es alguien que pinta cuadros, es alguien que se mira en el espejo y dice “soy un pintor” y en ello pone su identidad, su realización personal. Por eso dile a un pintor, a un músico, a cualquier artista que lo que hace es feo y no te volverá a hablar en su vida. No estás devaluando lo que hace, le estas devaluando a EL.

La diferencia con los nacionalistas es obvia. El pintor pinta sus cuadros. El nacionalista en realidad pone su identidad en algo en lo que su responsabilidad y mérito es nulo.

Por eso yo prefiero a los pintores, a los individuos que buscan realizarse de una forma individual buscan y sienten la plenitud en sus actos, en aquello que hacen personalmente. Se asocian con los demás no en función de banderas sino de comunidad de valores e intereses. Son los artistas, los amantes, los glotones, los seguidores de la meditación Zen, del coleccionismo o el alpinismo, viciosos del sexo, en el cariño de los amigos, en la vanidad, o en la búsqueda del amor para toda una vida.

Y me gustan menos aquellas personas que sin embargo buscan la emoción de “sentirse realizados” en dinámicas de grupo, de manada, en las que siendo generosos su papel y mérito es…ínfimo. Son los seguidores de un equipo de fútbol, los fanáticos religiosos, los miembros de peñas y cofradías, y…los nacionalistas.

El pintor que termina un cuadro exclama tras el último brochazo “lo he conseguido”. El seguidor de fútbol que gana un partido grita “lo hemos conseguido”. En ambos casos la necesidad psicológica satisfecha es similar. El individuo se siente satisfecho de lo conseguido, se siente… realizado. Pero…no es lo mismo.

Amen de esto...y si repaso todas las catástrofes causadas por el hombre del pasado siglo y lo que llevamos de éste...no hay una sola que no fuera bajo la bandera de algún nacionalista convencido de que ellos eran especiales y diferentes.
Por todo eso, como asturiano...
Viva el cosmopolitismo

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